Rachel Carson, la mujer que creó la ecología
Algunos le han llamado la “primera mujer ecologista”, o la “mujer que inauguró el ecologismo”, en todos los casos preponderando la condición de mujer antes que el adjetivo calificativo. Esto no es algo particular de Rachel. Se trata o bien de un intento por empoderar a través del revisionismo histórico legítimo, o de demeritar mediante la tácita clasificación de la condición femenina como inferior. Sea como fuese, Rachel no fue una escritora por antonomasia. No es recordada, de hecho, por su técnica literaria, o su amplia obra. En Wikipedia, la primera relación que sobre ella se hace es “bióloga”, no escritora. Empero, no es tampoco recordada por ser bióloga per se. Es recordada, estudiada, comentada, citada y ahora descrita por un libro. Una obra publicada hace 58 años en Boston, Massachusetts, Estados Unidos de América supra río Bravo: “La primavera silenciosa”.
En sus 456 páginas, con un estilo más bien académico, Carson sembró la semilla de toda una revolución social ahora denominada “conciencia ambiental”. Pero, antes de ahondar en ello les comparto primero un poco sobre quién fue Rachel.
Carson nació en una granja familiar en Pensilvania, 3 años antes de iniciar la Revolución mexicana. Sus primeros años de vida los pasó entre animales y libros. Era una ávida lectora especialmente interesada en historias sobre grandes bestias y criaturas fantásticas. El océano, en particular, le apasionaba. Perderse en las olas de su memoria y la imaginación de las olas.
Tal inclinación dio como resultado que se matriculara en la carrera de literatura inglesa en el Colegio de Pensilvania para Mujeres. No pasó mucho, sin embargo, para que decidiera cambiarse a biología. Realizó una maestría en zoología y quedó frustrado un doctorado debido a presiones económicas que le obligaron dedicarse a la docencia para apoyar a su familia no nuclear.
Rachel se dedicaría después a publicar artículos divulgativos sobre temas diversos en torno a la biología, especialmente enfocados en la vida marina. Se mudaría posteriormente a Maryland, donde observaría por sus propios ojos los efectos de la mal llamada “revolución verde”: el empleo de vanguardistas técnicas y métodos de agroindustria en que los fertilizantes e insecticidas fueron la punta de lanza, lo que comúnmente conocemos como “DDT”, para matar cucarachas en nuestras casas.
Las demandas mundiales (especialmente indias) de alimento, debido al boom demográfico de finales de los cincuenta preponderaban la eficiencia y cantidad de alimento producido por sobre las posibles consecuencias a la vida silvestre y/o humana; por ello prácticamente no hubo ni estudios ni preocupaciones sobre las repercusiones de este tipo de técnicas. Carson, sin embargo, no pensaba igual.
Después de varios estudios y análisis publicó La primavera silenciosa, una obra que casi que inauguraría el estilo de “complejidad holística” en biología; aseverar que cualquier acción repercute de formas inimaginables y sin poder ser planeadas en otros factores que ni siquiera se conocen (un axioma clásico en física).
Desde el gobierno tacharon a Carson de “comunista”, como se le tachaba a todo aquel opositor a los grandes proyectos del gobierno, era pues la época de la caza de brujas comunistas. Y, a su obra, de peligrosa.
Muchas otras personas no opinaban igual. Personas que desde diversas geografías y proyectos inaugurarían los movimientos medioambientales y ecologistas que ahora conocemos.
Carson murió a los 56 años por cáncer de mama, antes de ver realizadas los frutos de su trabajo la legislación estadounidense y en la conciencia pública mundial.
En suma, su obra fue la raíz de la creación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos; la prohibición del uso del DDT en el país, y del Día de la Tierra, así como el movimiento denominado ecologismo.
Todo ello gracias a un libro.
Fuente: artículo de Pawo Wróbel, publicado originalmente en Indimedia Argentina por Publicación Abierta, reproducido aquí acorde a su licencia Copyleft / CC BY-SA